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Leonor Beatríz Pischétola Baladrón, nació el 07/09/1977 en Córdoba capital, a los 9 meses de edad la vida la traslada a Chilecito La Rioja donde vive una infancia y juventud irrepetible, a los 19 años de edad, la vida le da un rumbo diferente que la llevaría a descubrir nuevos horizontes, la ciudad de Oncativo-Córdoba; a principios del año 2010 comienza con la enmaquetacion del que hoy ya sería el proyecto mas interesante, su libro de poemas de romance caratulado con el género verso de libre escritura. Dicho libro hace referencia a las huellas que deja el amor a lo largo de la vida a través del tiempo, lo que es para ella un desafío. Definida como una eterna soñadora, enamorada de la vida y gran fundamentalista del amor, agradecida de sus afectos y de las amistades reales hoy por hoy vive feliz convencida de cada paso que da. En la vida todo tiene su destino, cada cual nace con una misión, la mía es lograr que la gente crea en el amor verdadero, el amor global.

lunes, 30 de abril de 2012

El Cielo puede esperar



Dios, no hoy, no ahora,
El cielo puede esperar
Que nuestras manos se unan
Poder matar la distancia
En un abrazo hasta que el destino
Se derrumbe vorazmente,
Puede esperar que sucedan
Otros besos otras palabras
De amor.
Como detener la vida
Que se desvanece ante  mí,
Y el ser que es el eje
De mi existencia
Se me escapa como arena
Entre mis manos
Y los sueños no se cumplen
Justo a tiempo, por que
En ocasiones es tan efímera
La vida y las palomas blancas
Que un día se posaron
En la ventana se marcharon
A un horizonte incierto
Abandonándome a mi suerte.
Quien dio la orden
De que la llama de la pasión
Se apagara…
Si algún ser celestial
Puede escucharme, le pido por favor
Que no me prive de una parte
De mi espíritu, que no me arranque
El alma con tanta hipocresía.
No dejo de pensar,
Por que las horas son tan fugaces
Y las frases de amor se disuelven
En el aire terminando con los
Días más bellos.
Por esta razón pido al cielo
Un poco mas de tiempo
Para despertar otra mañana
Y apreciar su mirada
Poder sentir la sensación
De ese místico abraso
Que funda nuestras  almas,
Pido piedad por tanto dolor,
Solo un manojo más de horas
Para vivir la dicha sublime
De este gozo que es feliz
Solo en su felicidad
Y late solo por la fortuna de su amor.



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